Estoy seguro de que, como la gran mayoría, o al menos de la gente normal, su meta es ser exitoso.

La pregunta que surge es ¿qué es ser exitoso? ¿Tener mucho dinero para vivir con holgura y gozar de lujos? ¿Lograr como persona el reconocimiento público de manera tal que sea admirado en vida y recordado después de muerto?

La interpretación del éxito es individual, eso tiene que ver con sus metas y objetivos de vida, es decir, con lo que persigue, ¿Pero? … ¿Cuándo llegue a ese lugar o propósito esperado, será verdaderamente feliz? ¿Cómo estará de salud, de relaciones con su familia, es decir, cual es el equilibrio para con su entorno? ¿Se encuentra en armonía consigo mismo y con el mundo que lo rodea?

Veo constantemente personas que, enfocados al logro de sus metas, buscando ese propósito que definían como el éxito, perdieron su pareja, terminaron alejados de sus hijos, y peor, llegaron a tal nivel que antes de salir de casa, deben realizar una investigación previa de seguridad en el vecindario, es decir, su movilidad y tiempos está limitada por los riesgos que corre, condicionándolo al disfrute de su entorno primario y real, el lugar donde nació o ha vivido.

Algunos dirán, si tengo problemas de seguridad y ya no puedo salir por mis zonas deseadas, tengo suficiente dinero para viajes a otros lugares, lo hago y finalmente obtengo el disfrute; en teoría sí, pero ya lo mencionó, “si no puedo hacerlo donde quería, donde deseaba”, significa que hay un deseo reprimido, una emoción que en el subconsciente le afecta.

De nada vale llegar a esa meta tan anhelada, si llegamos sin energía, con la salud comprometida, con problemas coronarios, diabetis, hipertensos u otros que son en su gran proporción, causadas por el estrés y por la falta de cuidado consigo mismo.

O, ¿De qué vale llegar a ese lugar anhelado, si nadie le espera, si sus relaciones afectivas están desquebrajadas? Hay quienes conquistan sus metas y se definen como personas de éxito, buscando una relación afectiva que calme su soledad, lógicamente, de duración pasajera.

Si nos ponemos metas enfocadas solo al tener, al reconocimiento social y los autoelogios, sin pensar en la salud, en cultivar una relación afectiva y de familia, sin permitir que nuestra libertad y tranquilidad sea afectada, no se justifica ese tipo de éxito, al menos para mí, quizás para otros su prioridad es llegar sin importarles el daño que se cause, a sí mismo y a otras personas, y no discuto que así piense mucha gente, pero eso es igual a ser un suicida, a ser una persona indolente con sus seres queridos, un obsesionado compulsivo con perfil para ser paciente psiquiátrico.

En esta época convulsionada, del modernismo y con todos los avances tecnológicos, hacia ese tipo de éxito mal sano apunta la gran mayoría, todos persiguen una cantidad de metas de una sociedad donde prima la apariencia, la indolencia y con un rezago muy pobre de ética y moral.

Lo importante ya no es lo que eres, ni cuanta felicidad tienes, sino todo lo que puedes mostrar y hacer creer a los demás, inclusive, hacer sentir envidia de otros.

Ya no importa fabricar hogares sólidos, sanos y resistentes, lo importante es una gran casa decorada con muebles y enseres lujosos, con muchos dispositivos electrónicos de última generación y espacios grandes que finalmente ni siquiera usas.

Inclusive, en este mundo cibernético en el que las comunicaciones han tenido un avance maravilloso, las personas además de perder el norte, han perdido la esencia de la vida, pasando por alto el disfrute de una comida privada, en familia o una social entre amigos, adquiere más importancia la selfi y la publicación de ese evento en las redes sociales, y se disfruta más de la cantidad de respuestas o de los “like” que obtiene.

Nos hemos olvidado de que el éxito radica en la cantidad de felicidad que tienes, en la satisfacción de la vida, del ahora, no en el mañana.

El éxito es un estado de autosatisfacción por aquellas cosas que realmente nos proporcionan felicidad, tranquilidad, paz, armonía y calma, que a la larga contribuyen en que tengamos una buena salud mental y física, porque si buscamos el éxito afectando nuestra salud, es auto maltrato, es igual a autoflagelarse, pero de un modo diferente al religioso.

Ponerse metas y conquistarlas no es malo, tampoco el hecho de conseguir una gran cantidad de dinero que le permita vivir bien y gozar de lujos, o que logre ser reconocido, lo que no es correcto es perseguir asuntos que dan placer momentáneo, que confunden la felicidad con el disfrute, que esconden la tristeza, la soledad y la infelicidad, porque de eso estoy seguro, hay muchas personas que llaman exitosas, que no son felices, mientras que hay otras tantas que sin nada y sin reconocimiento algunos, si lo son.

Se trata entonces de tener claro que es la felicidad y que la otorga, y la felicidad no debe confundirse con esos momentos de disfrute que dan ciertas cosas pero que son pasajeros, que duran poco y que no llenan el alma.

El éxito concebido sin considerar la paz, la armonía y la tranquilidad personal para con el mundo entero, para con el entorno, es fundamental, y eso incluye la libertad, una relación favorable con la pareja, los hijos y esos que llamamos seres queridos.

La felicidad es un gozo que nos permite dormir tranquilos, sin remordimientos y con la ilusión del otro día, con la esperanza de tener un día más para compartir con los seres queridos, para hacer el bien, para gozar de cada momento que te ofrece la vida.

No caigamos en esos sofismas que nos dicen que el éxito exige sacrificio, no es verdad, porque si se trata de sacrificar el amor, la tranquilidad, la salud, la paz y la libertad eso no es éxito, es un logro, una conquista que tiene valor ante una sociedad, pero no llena de felicidad, no genera tranquilidad.

El éxito exige constancia, persistencia, así como de tolerancia, entendimiento, comprensión y la capacidad de elegir y decidir por donde seguir, que dejar o desechar, que acoger o aceptar, así como con quien compartir y de qué manera.

Yo personalmente no concibo el éxito lleno de dinero y lujos, obteniendo muchos aplausos y elogios, si no tengo tiempo parta compartir con personas que realmente me valoren por lo que soy, personas que realmente yo quiero estar con ellos, tampoco lo concibo sin salud o lleno de envidias y trampas que tratan de hacerme daño, y menos llevando una vida que no deseo, simplemente para darle gusto a una sociedad que me juzga por sus erróneos valores, sin darle importancia a los míos, mi fe, mi fidelidad, mi respeto, el amor a mis seres queridos, el amor al prójimo, mi tiempo para descansar, mi individualidad, mis intereses personales y otras cosas que son mías y que me hacen sentir bien para con migo mismo, y no debo de perderlas o dejarlas por una sociedad que nos juzga sin importarle realmente si somos felices.

Por eso piensa: ¿El éxito a consta de qué? Y después de leer esto, ¿Qué piensas del éxito? ¿Cómo lo defines para ti?