Muy comúnmente encontramos firmas empresariales que, para un proceso de formación interna dirigida a sus empleados, gastan una buena cantidad de dinero en la logística y en el auditorio, llegando a superar con creces, los honorarios del consultor.

Prefieren un lugar impactante que logre impresionar a su empleados, proveedores y clientes, y que les permita hacer las mejores fotos para sus anuarios, pero buscan con lupa que los costos del consultor sean los más bajos del mercado, dejando ver lo poco que les importa la calidad temática y por ende el impacto que posibilita cambios y mejoras a los procesos, sintiéndose orgullosos de un evento lleno de decoros que no sirvió para nada.

Es bueno un lugar confortable y agradable, pero preocúpese más por la calidad del contenido que los detalles superfluos que pasan a ser como una fragancia que en 24 horas ya no huele a nada.